lunes, 28 de febrero de 2011

Kavik

Y desde lejos te escuché, fue lo primero que tuve de ti…sonidos. Es que sintonizamos en melodías y estridencias tu y yo. Te llamaba y me llamabas; ambos respondíamos, siempre.

Aún recuerdo cuando la similitud se paró frente a mis ojos para gritarme que le pertenecíamos y nunca lo dudé, menos al entender, mientras me reflejaba en el marrón de tus ojos brillantes, que no eras cualquier ente caminante; eras un amigo, parte de mi alma.

Hoy me pongo a pensar, que a trozos, mi alma se ha desprendido en tres despedidas sin vuelta; pero ésta amigo mío, ésta sin duda se ha empeñado, por días, en situarme cual trapecista principiante en una maldita cuerda floja de angustia, esperanza y miedo.
Buscando, agudizando la vista, el oído y hasta el olfato solo para encontrarte, encontrarte…rastrillando calles, basureros en los que el hedor me embargó de terror y uno de los lugares más desoladores del mundo, ése en el que un raudal de ojos puede ser tan nocivo como la suplica desconsolada de los que no tienen más voz que un rezongo rasposo y una especie de ulular de otoño.

Y nada, nada fría, nada aguda; solo recuerdos agolpados desplegando pelusa, juegos y ganas de rascar detrás de tus orejas, culminando con uno de los finales más amargos en mi historia, créeme, porque nadie más que ésa pecosa tristona de 16 sabe exactamente cuánto te voy a extrañar.

Tu cariño, amigo, ha sido de los más limpios que he recibido en mi vida, tus juegos y habilidades de los más graciosos y tu compañía, de las más agradecidas. Nunca te olvidaré, nunca porque de lejos, pequeño mío, aún te veo correr hacia mi con la lengua floja y tu color brillante al sol, mientras te espero con lo brazos abiertos y las manos prestas para las caricias.

Mi amor para ti por siempre pequeño kavik. Te extrañaré la vida entera.

Ada
2/11

No hay comentarios: