jueves, 22 de octubre de 2009

Cuando cayó la venda...

Después de ésa tarde... de ésas horas, de ésos rostros...qué increíble sacudón al alma!
Después de las palabras, del interminable número de sensaciones en el cuerpo...qué mareo emocional!

Y es que al fin cayó una venda gruesa, pesada como el agobio de manos sobrepuestas sobre mis ojos, manos grandes y tan llenas de miedo que sirvieron muy bien de protección durante años; pero que al impedirme la oportunidad de ver, verme entera, desnuda, libre, llegaron a sofocar mi espacio.

Dios! que angustia me embargó la oscuridad de aquel día, que pena; pena por esas manos huérfanas que debieron tomarse fuerte y entrelazar sus dedos en lugar de querer cubrir al que se fue y a la que se va.

Acostada en mi cama, mientras el sueño se escapaba del cuerpo y del alma, una necesidad increíble de verter palabras en ésas manos se apoderó de mi. Y es que deseo que ésas manos lleguen a completarse, que lleguen a tomar la forma de dos cuerpos enteros, se entreguen el uno al otro y me olviden...Desde lo más profundo de mi alma lo deseo, porque por fin siento que yo existo más allá de ambos y que éste paisaje es mío!

Después de ésa tarde y ésa oscuridad...de ésas horas y las que vinieron con el pasar de los días, de ésos rostros, de ésas manos...qué increíble sacudón al alma!

Después del atolondrado movimiento de sonidos, de la legitimación de mi esencia, de la mirada en el espejo...qué desnudez, qué libertad!

22/10/09